miércoles, 27 de octubre de 2010

VAGA SOSPECHA

No se imaginarán el lugar al que fui a cortarme el pelo (Obviamente porque no me conocen. No sabrán qué lugares son los que frecuento) pero yo sé los ilustro:
Prologo del musical “West Side Story” (no tan poético, claro está) Y en mi adaptación; una banda de punketos afilando cepillos, lavando cabezas... y otro jugando… con un gameboy. El piso forrado de cabellos que yacen como alfombra, como quién guarda pertenencias de víctimas, una señal de advertencia, que ignoré, a pesar de mi naturaleza (poco tolerante a ‘insinuaciones de mugre’). El lugar está extrañamente expuesto a los transeúntes que pueden ver, qué pasa por grandes ventanales (aunque nadie echa un vistazo de verdad) Y para terminar de esbozarles el lugar; el ambiente musical, (Sin mentir) ‘armonizaba’ con bandas como The Clash.
Me pidieron que me soltara el pelo, para saber la tarifa, que normalmente en mi caso no esa baja, gracias a una herencia de genes peludos, de los que no me quejo, pero de que cuesta, cuesta (mi cabellera cae lentamente con la gracia, que tendría una doncella) Me piden el abrigo, la bufanda y el bolso (Me despojan de mis atuendos como vampiros, que románticamente rasgan las vestiduras de sus amantes acuosos) Luego me hacen ir al segundo piso (Un simpático joven me conduce delante de él. El mismo, a quien le entregaría mi hermosa cabellera). Alrededor de cincuenta minutos, termina su labor, que como nunca, se me había hecho eterna, junto a una vaga sospecha de que algo no andaba bien. Más tarde sabría, que no tendría ya, el 20% del pelo, y mi furia ya sería en vano; sosegada por la motivación de aprender a cortarme el pelo yo misma (El bello caballero ha terminado conmigo, la satisfacción ha quedado en sus manos) El peluquero se apresta a bajar, y yo, le sigo (Voy corriendo atrás de él, por campos verdes y frescos, como la que intenta ver por última vez el rostro de éste caballero) mis pies patinan en el piso cubierto de pelo y no veo ningún ofrecimiento a devolverme mis cosas. Soy testigo de un cuadro mudo, de miradas sigilosas. Entonces, le pido a la mujer de cabello muy corto, teñido de amarillo (el guardián de el calabozo más putrefacto me impide avanzar y me ignora la mirada) que me acerque mi bolso que es el café que está junto a ella. Me pregunta si es ese mi bolso, el contrario al que obviamente ella sabía, porque antes me lo había recibido. Luego, me traen el resto de mis cosas (de uno de los recovecos más oscuros).
Éste sería el corte de pelo más caro de toda mi vida, la paranoia que me invadió esos cincuenta minutos por el rumbo que podía tener el contenido de mi bolso y mi tarjeta, ya no era una VAGA SOSPECHA. (Encima de todo, mi abuela me dice que me cortaron todo ese pelo, para venderlo)
Por éstos días volví a pasar por allí y vi dos avisos luminosos de neón que antes no había detallado, y decían Tatoo y Piercings, Ah!

1 comentario:

  1. A mi, ya varias veces me han advertido "no meta su cabeza en todas partes"...yo no se a qué se refieren...y de si nos estamos refiriendo a la misma cabeza...

    ResponderBorrar